Junto a mi casona muy cerca del campo, un olvidado cuartel allá por la Mancha, cambió su tejado. La calma terminó de golpe y porrazo cual choque de cimbales de la banda del pueblo tras decenas de generaciones de permanente calma. El miedo metiose en el cuerpo de los tranquilos vecinos y tuvieron que marcharse buscando nuevos albergues que fueran seguros cobijos para la gran prole cerca de la vetusta techumbre, con entrada sencilla allá por cualquier sitio u horadando rendijas con sus dientes incisivos en los muros de las casas cercanas.
Al entrar con gran sigilo, cuando a mi casa regresé después de fugaz ausencia, los pillé desprevenidos y fue tal el sobresalto que produjo un ingente lío como en colmena de abejas por los numerosos zumbidos e imponentes saltos para buscar escondrijo que alejara cualquier asomo de ataques imprevistos.
...Fue tan solo durante un segundo en el que terminé medio ofuscado por los enormes brincos de ratones volando, espectáculo circense pocas veces visto o como en aquella ocasión en que Don Quijote se enfrentó contra los molinos creyendo que eran gigantes, saliendo despedido por las aspas.
Caligrama dedicado a Jose Luis, Julián, Clemente, Elisa, Paco, Leonardo y Javi por sus comentarios